A la derecha de esta imagen, en óleo sobre tela, se
representa el martirio de san Bartolomé. Casi desnudo, el santo, mira
indefenso hacia al espectador, mientras el verdugo lo desuella sádicamente.
En el fondo, semiocultos, dos personajes actúan como testigos del suplicio.
En el lado izquierdo, san Francisco de Asís, con una calavera en las manos, como alegoría de la mortificación. Una particular familiaridad con la muerte, a la cual integró en su vida llamándola hermana muerte.
Tales imágenes, que ante su observación, un espectador, de pronto, se sume abatido en profunda introspección.